domingo, 27 de diciembre de 2015

Entrevista "Me suenan tus letras". Primera parte.

Entrevista de Dedalo Ignacio J. Borraz a Patricia Muñiz en "Me suenan tus letras" con motivo de la presentación de la novela LIZZIE.
9/10/2015
Alejandro Cano, Patricia Muñiz, Ignacio J. Borraz


¿Quién es Patricia Muñiz? 
Alguien que siempre ha explicado historias, desde pequeña, y que se le despertaron las ganas de compartir sus narraciones con los demás a raíz de ganar un premio literario (de terror). Esa soy yo. 
¿Qué tipo de literatura escribe o le gusta escribir? 
No me he detenido nunca a reflexionar sobre ello. Voy directa a lo me interesa o me entretiene. 
¿Cuál es tu bagaje literario? Prefiero no concretar. Siempre he tenido un vínculo emocional muy fuerte con la lectura y la escritura. Ambas cosas me han servido de refugio o como arma con la que defenderme. Además, tanto por mi formación académica como por mi trabajo en una biblioteca, estoy en constante contacto con la literatura. 
¿Qué encontrarán los lectores en este libro?
Lizzie es una historia internacional. El testimonio de unos jóvenes que por motivaciones varias, acabarán compartiendo experiencias fetichistas. Siempre a través de la tecnología y del arte. 
¿Qué te motivó a escribirlo? ¿Cómo surgió la idea? ¿Cuál fue la chispa que condujo a este resultado que tenemos entre las manos? La chispa inicial surgió junto a un amigo que me mostró la página web de que una chica que vendía su ropa usada. Me sorprendió que hubiera clientes interesados en comprar un par de botas viejas o unos calcetines sucios, solo porque esa chica los hubiera llevado puestos, y decidí escribir sobre ello. Este hecho, más o menos, coincidió en el tiempo con la propuesta que recibí de un productor cinematográfico que me pidió una historia erótica. Pensé que aquellas notas sobre una estudiante que vendía su ropa por internet podía ser un punto de partida perfecto. Además, me serviría para plasmar una idea anti romántica de las relaciones, pues en la historia son vistas como ratoneras en las que nos metemos por voluntad propia. De ahí la cita de Fellini

Jamming Lounge 9 de octubre 2015

En cierto modo, al leer “Lizzie”, me he encontrado con que planteas un juego metaliterario ya que el hilo conductor de la historia es una periodista que recopila todos los testimonios para escribir un reportaje y, en cierto modo, excepto en ciertos pasajes, el propio libro sería ese reportaje o la materia prima del reportaje. ¿Este juego lo tuviste en mente desde el principio o surgió porque viste que era la mejor forma de poder plasmar todos los puntos de vista que querías en la novela? 
Quería que fuese una historia testimonial, que los personajes se explicaran los unos a los otros. Además, me gusta mucho trabajar la estructura de mis novelas, siempre lo hago. Me gusta poner andamios sobre los que la historia fluya con naturalidad. Intento que la estructura forme parte de la trama. Tiene un efecto orgánico que me encanta. En este contexto, el personaje de Clhoé llegó al final, pero fue su reportaje la argamasa que sirvió para unir el resto de testimonios.

Retomando los puntos de vista, claramente tenemos 3 personajes principales: Lizzie, Sylvain y Briggite, en un segundo término estaría Chloé y el resto apenas tienen voz propia en un par de capítulos aunque algunos sean determinantes para la trama como Turner Davies. ¿Qué nos puedes contar sobre ellos? 
La novela es una historia coral que tiene tres protagonistas. Lizzie es la joven que comienza fuera de internet, atraviesa la pantalla en la que se convierte en una especie de “objeto artístico” que acaba en un museo. Brigitte, al contrario, comienza siendo un icono del fetichismo en internet, pero quiere dejarlo, abandonar el ciberespacio y volver al anonimato. Sylvain está en medio de las dos chicas, y Turner Davies será clave para conectar el mundo de internet con el del arte moderno.
Estos personajes hablan a través de una amalgama de soportes, tenemos diarios personales pero también entradas de blogs en internet e incluso una grabadora. ¿Consideras que para ser fiel al mundo en que hoy vivimos es indispensable mostrar cómo la tecnología ha modificado nuestras costumbres? 
Por supuesto. Con la tecnología no hay marcha atrás. Para entendernos a nosotros mismos es indispensable que comprendamos nuestra relación con ella. Nos queda mucho por ver y por vivir. Fíjate en detalles como que la fotogenia está reemplazando a la presencia. Que la habilidad para moverse en las redes sociales, muchas veces, pesa más que los conocimientos y la sabiduría del individuo. Solo piensa, como ejemplo, en las cantidad de aplicaciones de contactos que funcionan a través de los móviles. Es un universo en sí mismo que está modificando la manera que tenemos de relacionarnos. 
Aunque haya la variedad de soportes que hemos comentado, todos ellos, en definitiva ejercen de diario personal y eso te permite ahondar mucho en la psicología de los personajes. Se nota leyendo la novela que estamos sobre todo ante una novela de personajes en que hay mucho esfuerzo detrás para mostrarnos a esos jóvenes que buscan su lugar en el mundo o su motivación para seguir adelante. ¿Con qué personaje te costó más familiarizarte, aprender a ver el mundo por sus ojos, para ser capaz de plasmar sus reflexiones?
Buscaba veracidad. Por eso me entrevisté con muchas personas, porque quería explicar la parte más emocional del fetichismo. Quizás sea algo inconsciente, pero relaciono la emotividad, los sentimientos, con la auténtica verdad de las situaciones, por eso utilicé los diarios personales, para que pudiera fluir el discurso más sincero. En cuanto al personaje con el que más me costó identificarme, curiosamente fue con Lizzie, la protagonista. Seguramente por ese deseo que tiene de materializarse como objeto. Yo preferiría mil veces convertirme algo inmaterial, en un espectro.
Regresando ahora al tema tecnológico, en anteriores obras tuyas, como “Play Room”, ya muestras un interés en explicar o hacer hipótesis sobre cómo está variando y va a variar la interacción del ser humano con los espacios que habita o con los objetos que le rodean. ¿De dónde surge esa fascinación? 
Me interesan mucho las interrelaciones personales. Me fascina cómo la tecnología ha pasado de ser un medio a convertirse en un interlocutor más. Siento curiosidad por lo que vendrá. Igual, en un futuro, tendremos que seducir a las máquinas para que nos permitan tener contacto carnal, y si las máquinas no quieren, se acabó la fiesta para los seres humanos. Se acabó la reproducción y la humanidad tal y como la conocemos.
Centrándonos en el arte y en las bragas, que están bien presentes desde el mismo subtítulo de la novela, ¿crees posible, en el mundo actual todavía muy arraigado al puritanismo, que una exposición como la de Turner Davies tendría acogida en grandes espacios y museos? Parece que el arte moderno busca la transgresión pero que sigue habiendo temas más tabús que otros ¿Cuál es tu opinión al respecto? COMENTARIO: Este argumento parece desbaratarse en parte porque hace poco más de una semana (24/09) el museo de Orsay ha iniciado una exposición que reflexiona sobre la prostitución: Esplendor y miserias de la prostitución (1850-1910)
El arte es una mirada al mundo que nos rodea y siempre ha tenido al sexo como una de sus temáticas centrales. Exposiciones de este tipo deberían ser lo normal. Explicado de otra forma, las bragas simbolizan la puerta del sexo. Es la barrera natural para llegar al sexo, a la cópula. El sexo y la muerte van siempre unidos. Sin sexo no hay vida. El sexo es exaltado o reprimido según el ciclo por el que esté pasando la humanidad. Hay un interés primigenio en lo que representa por sí mismo y en todo lo que le rodea.
“Lizzie” bascula alrededor de una ciudad, París. Allí empieza y allí termina. Muy adecuada para hablar sobre el fetichismo, ya que este concepto fue dado a conocer en el siglo XVIII por un erudito francés, Charles de Brosses. Sin embargo, hoy en día a la mayoría de nosotros nos viene una idea muy distinta de la original religiosa. ¿Es el sexo, en el mundo actual, una nueva religión a la que rendimos culto?
Creo que el sexo es lo más opuesto que pueda existir a una religión. El sexo es natural, es salvaje, es libre. La religión son normas, es sometimiento y en su nombre se comenten muchos crímenes. Desde mi punto de vista, el sexo es bueno y la religión es mala.
La lectura de Lizzie me hizo reflexionar sobre algo. No sé si era parte de tu pretensión al escribirla o yo que estoy ya algo loco de serie. Desde mi punto de vista, uno de los temas principales de Lizzie sino el totalmente principal es la búsqueda de la propia identidad. Me planteé si en el mundo actual, con tanto bombardeo de marketing, con tantas cosas a nuestro alcance que hace tan solo 50 años parecían inimaginables, con la apertura que ha supuesto internet en cuanto a la libertad de buscar información y ver qué hay más allá de tu casa, tu barrio, tu ciudad ¿necesitamos cada vez estímulos más fuertes, rozar más los límites, para encontrarnos a nosotros mismos?
Por supuesto. Tengo la sensación de que todos estamos en un laberinto y para encontrar la salida necesitamos conocernos a nosotros mismos, encontrar la propia identidad, de ahí la búsqueda interminable. Muchas veces las experiencias más fuertes son las que nos ayudan a realizar una auto-exploración de nuestros límites y reconocernos. No hace falta hacer locuras, simplemente creo que salir de la zona de confort y aventurarse a probar cosas nuevas es muy sano. Nos ayuda a abrir la mente.

Lectura de fragmentos de Lizzie

No puedo terminar esta entrevista sin preguntarte uno de los misterios latentes, aunque tenga poca repercusión, de la novela. ¿Quién es el escritor de siglas J.M.? 
Debo confesar que tras esas iniciales se esconde un impulso infantil relacionado con la escritura. Yo era de las que escribía compulsivamente en el pupitre o en las libretas las iniciales del chico que le gustaba. Servía para dejar testimonio sin revelar el secreto. Supongo que hago estas cosas, lo de esconder pequeños juegos en las novelas que escribo, porque me sirve para recuperar la infancia. Volviendo a la novela, hay muchos escritores que podrían esconderse tras esas iniciales. Pero ya que me lo preguntas, tengo que decirte que cuando escribía sobre J.M., estaba pensando en Juan Marsé, que es un autor que me fascina.
En la novela, esas siglas conducen a un lugar común para Lizzie y Sylvain, Jim Morrison. ¿Qué motivos hay detrás de esta elección? ¿Podría considerarse la poesía de Jim Morrison una influencia para esta novela? ¿Qué otras influencias directas esconde “Lizzie”? 
Me gusta mucho la obra de Jim Morrison y lo que representa. Creo que encarnaba muy bien el espíritu salvaje de la novela, de ahí que le hiciera un pequeño homenaje. En cuanto a las influencias ya hemos comentado tres, Fellini, Marsé, Morrison… Lo cierto es que no pienso demasiado en ello cuando escribo, van saliendo y las aprovecho. Aunque suene esotérico, creo que si se materializan por algo será.
¿Alguna influencia que tú no veas y que algún lector te haya dicho “pues a mí me recuerda…”? Pues no, nadie me ha hecho un comentario de ese tipo. Supongo que tengo una forma de escribir bastante personal.

Lizzie de Patricia Muñiz

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